Mi último día en México. Echo la mirada atrás y me sitúo a principios de Agosto. Llegaba animado, pero a la vez con miedo de que las cosas no salieran bien. En los primeros meses del año en Londres el trabajo no estuvo nada bien, y como no tenía dinero, pues no podía disfrutar la grande y maravillosa ciudad que es Londres.
México es maravilloso. Increíble a cada paso que das. Todos los días hay algo por lo que te sorprendes. La gente subida detrás de las pick-ups/camionetas (He llegado a contar hasta 12 personas), los puestos de comida, la variedad de comida, la cantidad de gente religiosa y de iglesias que hay, la forma tan mágicamente desordenada ordenada de conducir, la gente, de todo tipo, los acentos, las palabras, los camiones reventados hasta arriba de fruta, comida y elotes, los taxistas fumando en el taxi ofreciéndote fumar, el chismorreo y cotorreo mexicano, el calor, siempre presente, los tianguis, la facilidad de encontrarte un puesto de comida donde menos te lo puedas imaginar, las exageraciones de sus gentes, la pasión por su fútbol, el fútbol europeo y las discusiones futboleras, la cantidad de chile que echan a todo, las tortas ahogadas, la birria, los tacos, las enchiladas, los chilaquiles, las carnitas, los cueritos, el buche, los tacos al pastor, el tequila, el mezcal, la cerveza..
Podría seguir, pero la lista es interminable.
Ha habido tiempos malos y tiempos buenos. Al final nos queda lo bueno, y de lo malo aprendemos para no tropezar en el futuro. Estoy eternamente agradecido a Juan Carlos y su esposa, y su hijo Giovanni, por aguantarme todo este tiempo. Por llevarme a trabajar todos los días, por enseñarme y formarme en el trabajo. También a todo el resto de gente que me encontré y dejo en el camino. Algunos nos volveremos a encontrar, otros quizás nos veamos en otra vida, quién sabe.
Me quedo con la deuda de volver a México y visitar todo aquello que no pude esta vez y que hubiera querido con todas mis fuerzas. Chiapas y Baja California, además de otros mucho lugares. Francisco, tranquilo, que no me olvido de la invitación a Aguascalientes, pinche hidrocálido cabrón, que bueno el haberte conocido.
Antes comenté que México tiene muchas cosa buenas, pero desgraciadamente, en todos los lugares cuecen habas. El narco y la corrupción hacen daño a este país maravilloso que pide a gritos salir del estado en que se encuentra y ser parte de uno de los grandes países de referencia. Las balaceras, las extorsiones y muertes de gente inocente son la cruz hoy en día de este gran México. Todos esperamos que el problema disminuya, así que ánimo a todos y a seguir luchando, con la idea fija y segura de que otro mundo es posible.
Mi exilio en el Nuevo Mundo se acaba, y llega la hora de la despedida. Me he despedido de toda la gente que dejo aquí y las lágrimas salieron ya en la intimidad. Estoy triste, porque al final se le coge cariño a la gente y nunca es un momento bueno para decir adiós, por eso os digo queridos amigos, hasta pronto.
Otra buena y emocionante etapa me espera a llegada al Viejo Mundo. Mis amigos, esperan impacientes mi llegada (como yo el llegar y verlos) y la de mis otros amigos exiliados por el mundo, esperando a juntarnos todos o casi todos, para volver a ser lo que siempre somos y seremos, amigos. Buenos amigos la verdad, a los que les he echado de menos cada día que he pasado fuera de casa. También me espera una de las personas más maravillosas que he conocido jamás, y con ella espero ser feliz por mucho tiempo.
La siguiente vez que escriba, será desde Irun. Mi casa, mi ciudad, mi hogar.
Cabrones, os echaré mucho de menos. ¡¡ Viva México!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
QUÉ TE CUENTAS...