lunes, 12 de abril de 2010

mi vocación

El pasado domingo me animé a visitar el museo de Historia Natural de Londres. Siempre me han gustado los animales, y sobre lo poco que me había informado sobre el museo la cosa pintaba bastante bien. Despúes de hacer la típica cola rodeado de una manada enorme de turistas ansiosos por apuntarse un museo más a su lista particular, a excepción de algún enamorado de la naturaleza que simplemente va al museo por darse el gustazo, entré en el museo.

¿Qué cara creéis que se os queda cuando veís un esqueleto de un Diplodocus, de 4 metros de alto por 20 de largo? Pues se os queda una cara de paisaje que la mantendréis mientras observáis al fósil durante por lo menos 5 minutos.

Un poco asustado me dirigí hacia la sala de los dinosaurios, y es que esto que os voy a contar, no lo sabe creo ninguno de mis amigos.

De pequeño, muy pequeño, con apenas 5 años estos animales eran mi pasión. Mirar si era tal, que las pocas pesetas que alcanzaba a tener desde los 5 a los 10-12 años la mayoría las invertí en información sobre estos animales. Con ayuda del aita claro, que siempre aparerecía por sorpresa con alguna revista nueva de la colección que tengo convenientemente guardada en mi casa. Pero por cosas que pasan en la vida, lo fui dejando, y dejando, y al final cambié los dinosaurios por otros vicios más típicos y normales.

En fin, la cosa es que al entrar por la puerta de la sala y ver los esqueletos de los saurios, a los que años atrás había alabado y dado el coñazo a mis aitas con cada uno de ellos, me emocioné. Me tuve que sentar. No sé por qué, pero una extraña sensación de felicidad se apoderó de mi, me sentía como cuando era niño, como si tuviera de nuevo 8 años. Me pasé tres horas en el museo, mejor dicho en la sala de los dinosaurios. Leí cada nota que había, cada hueso, cada foto, cada explicación.. Ahora realizo por qué la gente, y bueno, algunos niños me miraban raro. Debía de ser como mirar a un científico loco maravillado por un nuevo descubrimiento.

Ya sé que suena freak, pero me da igual.

Vaya, volviendo a leer todo esto, me doy cuenta que soy un raro..

1 comentario:

  1. De freak nada, son estas cosillas las que hacen que la vida sea bonita. A no ser que te tirarás al suelo del museo y empezaras a chuparte el dedo diciendo "gugu gaga".

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